Parece que por fin llegó el frío al Norte, porque ya empezaba a pensar que me había trasladado a vivir al Caribe, jeje. El frío me gusta, me encanta el momento de abrigarme, de disfrutar en casa de una peli tapada hasta la nariz con mi mantita, es una sensación placentera donde las haya...
Eso si, otra cosa son los días grises con lluvia y viento, en los que parece que vivimos en Mordor.. es entonces cuando echas de menos el color, la alegría y es por eso que intento dar un poco de alegría a la decoración de mi hogar.
Para aportar un poco de color, esta vez he decidido recuperar un tarro de cristal que usaba mi abuela para embotar los chorizos. Si si, como habéis oído. El bote corría serio peligro de acabar en el contenedor de basura y hay cosas de las que penden tantos buenos recuerdos que es difícil deshacerse de ellas.
Todavía me acuerdo cuando estaba en el pueblo y llegaba la hora de almorzar, eso que todos nuestros abuelos hacían a media mañana después de haberse levantado a las seis para trabajar. Y claro!! los demás también nos apuntábamos.
Entonces mi abuela decía: "¡Niña! sube al sobrao y baja un bote de chorizos" y te faltaba tiempo... yo ya estaba salibando en ese momento. Y ¡qué bien sabía ese chorizo frito en la chapa de leña!, y ese olor.... (Ahora mismo estoy salibando también)
Ahora ese bote no está lleno de chorizos, jeje, pero sí de recuerdos para mi. Ahora decora el mueble de mi habitación lleno de flores alegres. No sin antes sufrir una pequeña transformación.
Supongo que todos conocéis las deidades de la pintura de tiza o #Chalkpaint a estas alturas. Pues esta pintura es la que utilicé para este trabajo.
Primero limpié bien el tarro y le quité su tapa. Lo limpié con agua y jabón y después con alcohol para que no quedara ni rastro de jabón ni de polvo.
Pinté con pintura de tiza color blanco, creo que le dí unas tres capas para cubrirlo bien.
Cuando estuvo bien seco le pasé una lija suave por los bordes superior e inferior y por las letras, para desgastar la pintura y sacar el cristal. Con esto, conseguimos un efecto decapado y ese toque antiguo para mantener el alma del objeto.
Después acabé con una capa de cera incolora para proteger la pintura. Unas flores alegres... y un resultado que me encanta. Este tarro se ha convertido en una pieza importante en mi decoración y en mis recuerdos.
Nos vemos pronto, y ya sabéis, siempre podéis empezar a descubrir ese potencial creativo que todos tenemos dentro.